Tuesday, October 24, 2006

Tres Milagros, temblores, toros y turrones

En el Perú, la fe suele mover montañas. Pero en octubre, esta virtud teologal llega a niveles que ni la imaginación más fértil lograría prever. Durante los 31 días del décimo mes del año, algunos católicos devotos del Señor de los Milagros –conocido también como Cristo Morado, Señor de Pachacamilla y Señor de los Temblores– visten túnicas moradas y participan en una multitudinaria procesión por las calles del Centro Histórico de Lima.

El principal motivo de quienes acuden a esta expresión de fe es estar lo más cerca posible de la sagrada imagen, para pedir algún favor imposible, rogar una gracia divina (si es material, mejor), o implorar una sanación o intervención capital en el cuerpo o alma. En su camino, la adorada imagen deja tanto las fragancias de los sahumerios como diversos desperdicios que arrojan al suelo miles de devotos absortos: una manifestación inspiradora y, al mismo tiempo, bárbara.

En este contexto mágico-religioso, hay dos detalles de sumo interés: el turrón de doña Pepa y las corridas de toros. El primero: un delicioso dulce tradicional limeño, que se vende en mayor cantidad en octubre, hecho sobre la base de miel de membrillo, grageas dulces y bastones de masa de harina. De lo segundo… ¿qué puedo decir? Cada año, en octubre, se reanuda un viejo debate en mi país: promover la fiesta brava (llamada nada menos que Feria del Señor de los Milagros) o poner fin al brutal espectáculo de presenciar cómo se mata a un toro después de torturarlo.

En mi caso, octubre es un mes más. A no ser por el turrón de doña Pepa que es vendido en bodegas, panaderías y supermercados; algunos afiches que promocionan el "espectáculo cultural" de cómo se mata a un toro; celebrar los cumpleaños de tres compañeras de trabajo que se llaman Milagros; y sufrir algún temblor, como el ocurrido el viernes 20 poco antes de las seis de la mañana, sismo que recordó a los limeños el origen del culto del Señor de los Milagros: una milagrosa pared ubicada en la zona de Pachacamilla que no pudo ser derribada por un intenso terremoto que asoló Lima el 20 de octubre de 1687… dicen que milagrosa porque tenía dibujada la misma imagen que hoy recorre las calles de la capital peruana.

Gigantografía del Señor de los Milagros en Paseo de los Héroes Navales

Vista de la Plaza de Acho desde el cerro San Cristóbal

Venta de turrón de doña Pepa en la Plaza Mayor de Lima